Si hace unos días os hablábamos sobre el adobo, como una forma de conservar más los alimentos en el tiempo, hoy vamos a tocar el tema de la congelación de alimentos como otra de las formas que podemos usar para su conservación.
La congelación de alimentos es un sistema de conservación de estos en el cual lo que se realiza es aprovechar que estos poseen para congelarlos (solidificarlos). Ni que decir tiene que estamos por lo tanto ante alimentos que, necesariamente, tienen agua en su composición. Esto lleva consigo la introducción de un concepto: el calor latente. En función de la cantidad de agua se tiene el calor latente de congelación, y viene a ser la cantidad de calor necesario para transformar 1 kg de líquido en hielo, sin cambio de temperatura, en este caso es de 80 kcal/kg. Otros factores son la temperatura inicial y final del producto pues son determinantes en la cantidad de calor que se debe extraer del producto.
Debemos de tener en cuenta además que aproximadamente el 80% del peso total de un animal e incluso más de una planta corresponde al agua. El agua es el componente mayoritario de los alimentos que derivan de animales y plantas.
Por este motivo, al congelar un alimento, el agua se transforma en hielo y se produce un efecto de desecación.
Los alimentos más comunes se congelan entre 0 y -4 °C. A esta zona se la conoce como zona de máxima formación de cristales. El paso de agua a hielo comporta un aumento de volumen cercano al 9%. Debido a este fenómeno los alimentos más ricos en agua se expanden más que aquellos cuyo contenido es menor.
Cuando el producto se ha congelado lentamente o cuando ha habido fluctuaciones de temperatura durante el almacenamiento, los cristales de hielo que se forman crecen extrayendo agua ligada a las proteínas, de tal forma que estas se desorganizan siendo luego incapaces de recuperar dicha agua durante la descongelación, de manera que esta agua al perderse arrastra los nutrientes hidrosolubles. Este proceso cambia la textura del alimento, produciendo un endurecimiento e incluso disminuyendo su solubilidad y valor nutritivo.
Y es que el no respetar unas correctas prácticas en el congelado y descongelado de los alimentos puede traducirse en un importante riesgo alimentario.
Una congelación bien realizada lo que si persigue es una lucha contra los patógenos de los alimentos.
Vamos a ver diferentes consejos para la congelación de diferentes alimentos:
El almíbar, una vez frío, se vierte sobre la fruta. El envasado se realiza en bolsas de congelación para frutas de pasta dura o recipientes rígidos si se congelan con almíbar.
Los alimentos que se van a congelar han de estar en un recipiente que no se llene hasta arriba, porque el frio los dilatará tanto si tienen salsa como si no la tienen.
Para meterlos en el congelador deberán estar a temperatura ambiente, ya que si se introducen calientes se puede estropear el motor del congelador al forzar su normal funcionamiento, con el riesgo añadido de que se estropee el resto de alimentos congelados.
Las salsas se recomienda congelarlas en bolsitas. Y procure conservar los alimentos en recipientes con pocas raciones con el fin de que no tenga luego raciones que no vaya a consumir una vez descongeladas.
Os dejamos a continuación este enlace para que podáis descargar una tabla de congelación y descongelación de alimentos en función de los diferentes tipos, temperaturas y días de conservación (Descargar tabla).
Fuentes: Wikipedia, EroskiConsumer, Hogarmanía, Slideshare
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