Los aromas que desprende de por sí el Mediterráneo son ya un auténtico placer para los sentidos. Descubrir un nuevo mundo de sensaciones inolvidables se transforma en una permanente invitación. La Costa Blanca es, siempre, mucho más que extraordinarios veranos de playas y palmeras… también es montaña, relax, gastronomía y naturaleza. Una receta constante de cariño y cuidado en la elaboración tradicional y vanguardista de los productos ratifica esta afirmación.
La Costa Blanca ofrece un abanico de experiencias reconfortantes para todos los paladares, que la han posicionado en los mapas gastronómicos internacionales. Desde los excelsos guisos de la abuela en la montaña, hasta la cocina de vanguardia, los laureados cocineros y cocineras llevan al visitante por un sendero de colores, sabores y texturas que quedarán anclados en su recuerdo de por vida, como una experiencia única y singular que finalmente ansiará repetir.
En la actualidad, un conjunto de experiencias gastronómicas de gran altura han casado en la mesa, buscando la excelencia y ese maridaje perfecto entre nuestros diferentes y variados paisajes, y sus ganas de disfrutar de la buena mesa.
Desde la costa a la montaña, se puede ir descubriendo los olores y sabores, porque ¿a quién no le seduce saborear, en buena compañía, un arroz con bogavante a orillas del Mediterráneo? O percibir esa fragancia especial a metros de distancia del guiso que está cocinándose, a fuego muy lento, desde primera hora de la mañana, a través de esas manos artesanas con cientos de años de tradición culinaria y experiencia.
En cada uno de nuestros rincones con encanto se puede saborear un plato, un producto concreto. En el litoral alicantino, no hay que olvidar probar el arroz a banda o la exquisita gamba roja de Dénia, oro rojo del Mediterráneo, en la Marina Alta. Un extraordinario langostino que le guiñará el ojo en Guardamardel Segura. Un caldero en la singular Illa de Tabarca, extraordinaria Reserva Marina. Un plato que también despertará sinfonías de sabores en La Vila Joiosa, Alicante, Santa Pola o Torrevieja. No olvidemos que, a muy pocos minutos de estas playas y palmeras, nos adentramos en otro mundo de paisaje y naturaleza. Por ello, resulta recomendable no marcharse sin catar nuestros arroces de interior con sabor a montaña y fragancias a madre tierra: en costra, al horno, con conejo y caracoles o ambfesols i naps, en la L’Alcoià, El Comtat, o el interior de La Marina Alta; sin descuidar esos guisos entrañables de la abuela donde se combinan, en una perfecta reunión en olla o puchero, las legumbres, la carne, verduras y hortalizas. No hay que olvidar la olleta alcoyana, alicantina, de blat, castell, notari, músic, trigo picado, Sant Antoni o, poniéndolo incluso más fácil, lo que ese día tengan. Cada cucharada, un suspiro.
Gazpachos con carne de caza o corral, o el celebérrimo caldo con pelotas, completan esta propuesta de sabores concentrados y guisos nutritivos que hallará en la Vega Baja, Alicante, La Marina Baixa o La Marina Alta.
Uno de los mejores cocineros del mundo, Ferran Adrià, habla así de nuestra cocina: “La Costa Blanca tiene algo especial, un duende que se adueña de sus productos y se cuela en las cocinas para ofrecer al comensal platos únicos con sabores únicos”. Productos singulares y de dispares contrastes dan ese carácter mediterráneo y personal en las mesas alicantinas, las preparaciones con pescado en conserva en forma de escabeches y salazón, como las alabadas mojamas o exquisitas huevas. Las salazones cubren diversas variedades como la ventresca de atún, la sardina y el bacalao salados, el atún de zorra, los arenques y una amplia gama de elaboraciones y conservación que datan de siglos pretéritos.
Pero un gran festín gastronómico no es tal sin poner esa guinda mágica de los elaborados postres alicantinos. El turrón de Alicante o Jijona, protagonista cada año en nuestras vidas, se alza con ese símbolo de calidad y artesanía autóctona; magníficos helados que refrescarán nuestras papilas gustativas; torrat y las orelletes (dulce con forma de oreja) en Alcoi; las coquetessachinoses y rollos de aguardiente de La Vila Joiosa; los sequillos, las almojábanas, las tallaetes, los pasteles de gloria (una mezcla de mazapán y yema), las tortas rellenas, los rollitos de anís, la coca boba, la tortada de Elche, el pan de higo o los pasteles de boniato, entre otros muchos, completan el apartado más dulce y atractivo de la oferta.
Con las salazones se elabora la pericana (pipes i carases), generalmente compuesto por capellanes, ñoras y aceite de oliva.
Investigar, buscar y divertirse en cada mesa es una propuesta para cada día. Abrir de par en par su curiosidad y la gran familia de la Costa Blanca sirve para mostrar también la amabilidad y gentileza de sus miles de grandes cocineros “anónimos”.
La marca Costa Blanca es símbolo de calidad de vida, un gran parque temático de sensaciones y emociones naturales al servicio de su disfrute. Muchas son las señas de identidad que nos caracterizan: sol, color, mar, gente abierta y productos insólitos. Cultivados y elaborados en distintas zonas geográficas de Alicante, cuentan con ese sello de calidad que garantiza un proceso mimado y selecto hasta que llega a cualquier mano. Los productos alicantinos con denominación de origen son los Vinos de Alicante, las Bebidas Espirituosas Tradicionales, la Uva Embolsada del Vinalopó, los Nísperos de Callosa d´en Sarrià, Jijona y Turrón de Alicante y Cerezas de la Montaña de Alicante.
Aún siempre enmarcado en la Navidad, el turrón de Alicante y Jijona se puede disfrutar en cualquier época de año. De origen árabe, el turrón es manufacturado en la localidad de Xixona con materias primas autóctonas. Se denomina “turrón duro” al de Alicante y “turrón blando” al de Jijona, ambos con un porcentaje mayor o menor de almendra, según categoría, y una proporción de miel pura de abeja que le da esa característica tan especial.
El níspero de Callosa d’enSarrià se cultiva en varios municipios de La Marina Baixa y en el Valle del Algar-Guadalest. De color anaranjado y piel fuerte, tiene una pulpa amarillenta de sabor dulce y ligeramente ácida, desprendiendo un aroma característico. Al natural, en almíbar o en zumo, esta fruta de primavera es, sin duda, un auténtico placer.
Agost, Hondón de las Nieves, Aspe, Monforte del Cid, La Romana y Novelda son las localidades que acogen la uva embolsada del Vinalopó. Con un proceso especial y minucioso de selección, cubriendo con una bolsa de papel de celulosa las uvas hasta su recolección, se consigue un producto que se comercializa en dos categorías, extra y primera, una uva viva y de altísima calidad. Hoy son la base de la celebración de cualquier Nochevieja y de sus doce campanadas.
De rojo carmín seductor a rojo intenso y con un valor nutritivo considerable, las cerezas de la montaña de Alicante adquieren unas características muy especiales. Su tamaño y su exquisito sabor le distinguen del resto de productos. Estos cultivos tradicionales se dan en el norte de la provincia de Alicante, Planes, Almudaina, La Valld’Alcalà, La Vall de Laguar o Vall de Gallinera a más de 900 metros de altitud. Las variedades que marcan su consejo regulador son burlat, tilagua, planera, nadal y picota. Su consumo óptimo se da entre los meses de abril y julio.
Cuatro son los productos que ampara el consejo regulador de las bebidas espirituosas de Alicante: el cantueso alicantino, bebida que se obtiene de la destilación de la flor y el pedúnculo de la planta de cantueso en alcohol neutro; el herbero de la sierra de Mariola, una combinación de hierbas recolectadas en la sierra del mismo nombre, maceradas en alcohol, manzanilla, hinojo y salvia; el anís paloma de Monforte del Cid, una destilación del anís verde y/o anís estrellado; y el aperitivo de café licor de Alcoi consistente en café arábica de tueste natural destilado.
Los vinos de Alicante, cada vez más reconocidos y premiados, poco a poco se van incluyendo en las cartas de los más afamados restaurantes internacionales. Las condiciones climáticas y la amalgama de variedades y elaboraciones, hacen que nuestros caldos aporten todo ese sabor mediterráneo a su boca. La uva Monastrell en el tinto de Alicante; el Moscatel de la Marina Alta, fresco dulce e intenso; los vinos nobles y añejos como el Fondillón, joya indiscutible de nuestra historia, o los burbujeantes espumosos para refrescar y divertir las especiales veladas mediterráneas.
Un recorrido que, sin duda, no deja indiferente es la Ruta del Vino. Cada día hay más reconocidos amantes del enoturismo, y la provincia de Alicante proporciona por sus características geográficas y clima, un compendio de variedades vinícolas que captarán toda su atención. Múltiples bodegas y viñedos posibilitan un fantástico viaje por este mundo de sabor, olor, color y cuerpo. La Costa Blanca tiene una gran tradición vitivinícola, como las del Vinalopó, con los municipios de Algueña, Monóvar, Novelda, Petrer, Pinoso, Salinas, Villena y Elche; las del sur, La Marina Alta, La Marina Baixa y Alcalalí, con Benissa, Senija, Llíber, Benigembla, Parcent, Castell de Castells, Murla, y Xaló y Alfàs del Pi, al norte ambas, diferenciadas pero unidas por un nexo común, la vid. Poblaciones donde encontrará todo tipo de vinos y en donde sus gentes le acogerán gratamente para disfrutar de una gastronomía excepcional, así como de las tradiciones, costumbres, monumentos, fiestas y artesanía típica que completarán unas jornadas con un encanto y sabor especial.
A lo largo y ancho de este viaje por el mundo de nuestros vinos, se tiene la posibilidad de realizar interesantes actividades de ocio, visitas guiadas a bodegas y viñedos, catas de vinos y todo un mundo de impactos visuales y sensoriales únicos. Descorchar una botella de este vino es poner el Mediterráneo en la boca, un placer que muchos de los más afamados entendidos en la materia valoran muy positivamente en sus guías y comentarios, posicionándonos cada día como uno de los destinos más interesantes en evolución, elaboración y cuidado del vino.
Desde la cocina de vanguardia hasta la tradicional, nos vamos encontrando con auténticos referentes de la gastronomía internacional, un trabajo que se ha venido cocinando cuidadosamente desde los fogones de la ilusión, la investigación y el cariño por los extraordinarios productos que ofrece nuestra tierra. Siete son los restaurantes acreedores de la mayor distinción que otorga la gastronomía internacional, nueve estrellas Michelin que iluminan un camino de sabores extraordinarios, elaboraciones sublimes y concepciones magistrales de cocina. Con una estrella Michelin encontramos los siguientes restaurantes: L´Escaleta de Kiko Moya, en Cocentaina; La Finca de Susi Díaz, en Elche; Monastrell de María José San Román, en Alicante; Casa Pepa de Pepa Romans, en Ondara; Bon Amb de Alberto Ferruz, en Xàbia; y Casa Alfonso de Alfonso Egea, en Dehesa de Campoamor, Orihuela.
Y, cómo no, uno de los referentes de la cocina mundial: Quique Dacosta, con tres estrellas Michelin, en su restaurante Quique Dacosta, en Dénia.
También nuestra provincia goza con numerosos restaurantes que acreditan los soles que otorga la prestigiosa Guía Repsol. Con tres Soles: L’Escaleta en Cocentaina y Quique Dacosta en Dénia. Con dos Soles: Casa Pepa en Ondara, La Finca en Elche, La Sirena en Petrer y NouManolín en el centro de Alicante. Y con un Sol: Bon Amb situado en Xàbia; Casa Alfonso en la Dehesa de Campoamor; Casa Cantó en Benissa; El Portal en el centro de Alicante; La Sort en Moraira; La Taberna del Gourmet en Alicante; Paco Gandía en Pinoso; Peix i Brases en Dénia, y Piripi en Alicante.
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