No hay vino mejor o peor, hay vino que gusta o no gusta. Esto me suele pasar en muchas ocasiones cuando realiza alguna cata para personas no muy introducidas en el mundo del vino.
En las catas se intenta mostrar a los asistentes lo que las diferentes varietales, zonas o formas de elaboración se reflejan en el vino que tenemos delante. Se quiere ‘educar’ al no iniciado para que comience a disfrutar más al beber vino. Conociendo más lo que se tiene delante se pueden aprovechar al máximo las sensaciones que nos genera ese vino.
Pero hay ocasiones en las que, por mucho que quien realice la cata intente transmitir todo lo que sepa de un vino, este no gusta. A mi en particular, me gustan las catas muy interactivas, es decir, donde los asistentes pregunten cosas sobre los vinos, opinen y, sobre todo, difieran de lo que se les dice de un vino, ya que es la mejor forma de crecer en el conocimiento para todos los asistentes, incluido el que realiza la cata. Es algo enormemente enriquecedor.
Por ese motivo a mi me gusta decir siempre al inicio de una cata la frase que da título a este artículo: ‘No hay vino mejor o peor, hay vino que gusta o no gusta’.
Yo he tenido catas en las que se presentaban vinos elaborados con alguna varietal no muy conocida por los asistentes. Me gusta al inicio indicarle cómo es la uva que lo elabora, que caracteriza a los vinos que la llevan y, en la medida de lo posible, que comparen si estos vinos les gustan más o menos que los que están acostumbrados a beber habitualmente.
Es aquí donde las catas son ‘algo más complicado’ que tomar vinos. Para aquel que prueba un vino elaborado con una determinada varietal por primera vez, el compararlo con otros vinos elaborados con la misma uva es imposible. El cerebro lo primero que hace es decirnos si nos gusta o no. Lo segundo es buscar una comparación con algún vino que hayamos catado previamente y que nos haya gustado mucho. Lo mismo con otro que no nos haya gustado nada. Y en tercer lugar nuestro cerebro emite un ‘juicio de valor’ del estilo: ‘este vino es mejor/pero que ….’.
Yo les digo que no tienen razón. Lo que sí tienen razón es si dicen que ‘este vino me gusta más o menos que….’ ya que es algo que pueden comparar por sus experiencias vinícolas anteriores, pero comparar vinos distintos, elaborados con uvas distintas, de formas distintas, con crianzas distintas,…, y encima si es la primera vez que prueban esas uvas, para decir que un vino es mejor o peor que otro, es un error.
A una cata hay que ir con la mente completamente abierta y, sobre todo, con las ganas de aprender y de disfrutar lo que se va a catar. Cuando ya hayamos probado muchos vinos, es cuando podremos hablar de mejores o peores. Pero de antemano ir a probar unos vinos pensando en realizar comparaciones es un error que, en muchas ocasiones, impide que disfrutemos al máximo de estos vinos.
Recordar: ‘No hay vino mejor o peor, hay vino que gusta o no gusta’.
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