Hoy entramos en un tema que tiene debate en la actualidad y que depende mucho del tipo de bebedor de vino, del país en el que se bebe, así como de las percepciones que le producen los diferentes tipos. Hablamos de los tapones que se emplean para las botellas de vino.
Tradicionalmente el vino ha ido cerrado con tapones de corcho. pero como todo en esta vida, los avances también llegan al cierre de las botellas. Por ese motivo vamos a intentar ver cuáles son los cierres o tapones más empleados en la actualidad para el cierre del vino.
El corcho natural es sin duda el de mayoritario uso. Es más es el sector en el mundo que más emplea este material. Con el se busca conservar la vida del vino por tiempos largos. No obstante, hay de varios tipos, pero todos ellos ofrecen la ventaja, desde tiempo inmemoriables, que poseen una estructura muy elástica lo que les permite una gran versatilidad. Es decir, puede malearse y contraerse y expandirse dentro de unos límites y proporciona un cierre en la botella prácticamente hermético.
La cantidad de aire que puede atravesar el corcho en mínima, casi imperceptible, pero la estructura celular permite ese paso que es imperceptible. Pero eso no es del todo perjudicial ya que hay vinos que incluso les puede beneficiar en su almacenamiento esa mínima cantidad de aire que entra.
Básicamente el tipo de corcho a emplear en la elaboración del tapón depende del tipo de vino que queramos embotellar, de la cantidad de presión contenida y del diámetro del cuello de la botella que queremos cerrar.
Lo que si es cierto es que muchas bodegas que producen muchísimos vinos están teniendo una tendencia hacia los tapones de rosca.
El tipo de vino que queremos guardar es el factor clave para elegir el tipo de corcho a emplear en la elaboración del tapón ya que, como es conocido, el vino adquiere parte de los aportes del corcho que le afectan al sabor y a la crianza. Por ello podemos elegir un tipo de corcho u otro en función de diversos factores.
Este tipo de corchos son los perfectos para vinos con crianza a largo plazo, para los que queremos que envejezcan con calidad. Al descorchar la botella, un corcho natural de una sola pieza se expandirá al 85% de su tamaño original casi al instante, mientras recupera el resto de su compostura original dentro de las próximas 24 horas.
Elegirlos para vinos que no necesiten largas crianzas es la mejor opción (máximo dos años desde su cosecha).
Los corchos sintéticos admiten densidades diferentes con lo cual sirven como un instrumento ideal para gestionar la entrada de oxígeno en la botella y conseguir así cambios en el vino. Como ventaja a largo plazo, es que si el tapón se sitúa en un vino de larga crianza, nunca se producirá la transferencia de corcho al vino.
Un detalle importante, como el corcho no necesita estar en contacto con el vino para transmitirle humedad como en los tapones de corcho, admite que las botellas puedan guardarse de pie, algo interesante para los consumidores en casa. Tienen además un sellado hermético y anti-bacteriano.
El Vinolok o el Zork, son dos tipos de tapones que no predominan tanto pero que nos los podemos encontrar.
El primero lo veremos en vinos refinados y se elabora a base de cristal o plástico y se realiza un cierre hermético para que no entre ni el oxígeno ni las bacterias.
El segundo combina corcho y tapón de rosca. Muy sencillo de abrir y en esencia al descorcharlo suena igual que un tapón de corcho de toda la vida.
Fuentes: Ania Smolec, Vinolock, Zork Clousers, Amorim Cork.
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