El vino forma parte de nuestra historia y de nuestra cultura. Las grandes civilizaciones de la historia de la humanidad han reinventado la cultura del vino continuamente: egipcios, fenicios, romanos… todos ellos, aportaron importantes avances en el cultivo de la vid, la elaboración del vino, transporte…etc. Estableciendo una relación del ser humano con la naturaleza, la tierra y la viña de las más longevas y fructíferas amén de ser de las más placenteras y beneficiosas para la salud.
Esta es una de las razones para amar el vino y su cultura. Pero como dice un proverbio italiano “existen buenas razones para beber vino: la llegada de un huésped, la sed presente y venidera, el buen sabor del vino y no importa que otra razón”.
Desde Rioja hoy apelamos a una poderosa razón: la salud. Los beneficios que el consumo moderado de vino aporta a nuestro organismo, especialmente, para prevenir enfermedades cardiovasculares. El vino es un alimento más dentro de la Dieta Mediterránea que tomándolo con moderación y acompañando las comidas es saludable para el organismo. El vino debe considerarse una pieza más de la pirámide nutricional, un alimento tal y como expresa la Ley 24/2003 del 10 de julio de la viña y el vino.
Posiblemente sea el resveratrol, el componente del vino más conocido por la sociedad, el que mayores beneficios aporta al organismo humano. Se trata de una sustancia que se encuentra en la piel de la uva. Tiene una fuerte capacidad antioxidante o, lo que es lo mismo, retrasa el envejecimiento.
Un apunte saludable a tener en cuenta este verano. El resveratrol tiene una acción específica sobre la piel, ya que estimula la producción de colágeno. Los rayos UVA contribuyen al envejecimiento de la piel y para evitar encontrarnos este invierno con las temidas arrugas. Podemos añadir a nuestra dieta una copa de vino tinto durante las cenas.
El efecto cardioprotector del consumo moderado de vino es porque produce un aumento del colesterol HDL bueno, es decir, participa activamente en la depuración del exceso de colesterol en el organismo. El consumo moderado y responsable de vino eleva el colesterol bueno y reduce el malo. Las lipoproteínas de alta densidad participan activamente en la depuración del colesterol en exceso dentro del organismo
También se demuestra la efectividad del consumo moderado de vino ante enfermedades como el cáncer o la diabetes. En el caso de la diabetes. El vino correctamente vinificado no contiene productos glucídicos asimilables por el hombre, por lo tanto, no produce alteración sobre el equilibrio metabólico de un paciente diabético.
Otro beneficio que aporta el vino sobre la salud, es que contribuye a mantener viva la memoria. Ingerir elementos ricos en polifenoles mejora la función cognitiva. Previenen enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer. Además, el vino tinto ayuda a suprimir las alteraciones en el hipocampo (área de la corteza cerebral). Por ello mejora los problemas de memoria, de aprendizaje y las alteraciones en el estado de ánimo relacionados con la edad.
El vino hay que disfrutarlo y como todo lo bueno en esta vida necesita calma, merece su tiempo. Que lo disfrutemos, que lo paladeemos sin prisa. El verano es una época perfecta para hacerlo. Buscar un rincón tranquilo y descorchar un blanco Rioja fresquito y saborearlo, ahondando en sus matices.
Comunicación FIVIN
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