La importancia de la edad del vino en el momento de la cata. En muchas ocasiones os hemos hablado que los vinos son ‘seres vivos’, que evolucionan con el tiempo, ya sea en las barricas o bien en las botellas. Además, cada añada es diferente porque las uvas que la elaboran también lo son ya que no hay climatologías iguales cada año.
Cómo se guarde un vino hasta su apertura, exposición a la luz, movimiento de las botellas, humedad,…, son factores que ya os queda claro que influyen a la hora de catar un vino.
Pero hoy nos referimos a la edad del vino en el momento de la cata. Y es que una vez embotellado el vino, ya sea con o sin crianza, se abre un período de años en los que se recomienda que se puede beber sin que pierda propiedades. Este plazo de tiempo varía según el tipo de vino, tinto o blanco, con o sin crianza, de un tipo u otro de uva,….
Pongamos el ejemplo de un vino tinto con crianza de 12 meses de la vendimia del 2013. Será un vino que, probablemente se habrá embotellado a finales del 2014 o primeros del 2015 y que se pondrá a la venta durante el primer trimestre de ese año. Ese vino puede que tenga una horquilla de años para poder beberse desde el 2015 hasta el 2020 sin que pierda sus propiedades. Pero, ¿cuál es el momento justo para abrirlo y catarlo? ¿En 2015, en 2017 o quizás en 2020?
Si es un vino que va a pasar un tiempo en las estanterías de los supermercados, con luz, con movimiento,…., no creemos que el que está mucho en botella le pueda favorecer en su evolución y mejor tomarlo en el 2015. Sin embargo, si es un vino que se guarda en una cava, en unas condiciones favorables de conservación, puede que su afinamiento en botella le de una mejora sustancial y puede que sea ideal para tomarlo en 2016 o 2017 o años posteriores.
De ahí que haya que tener muy en cuenta y se le de importancia en la edad de un vino en el momento de la cata. El mismo vino, embotellado en la misma fecha y catado en años diferentes, puede que nos de sensaciones completamente diferentes porque su almacenamiento y conservación también lo ha sido.
Hay quien dice que si un vino está bueno, lo guarda para una ocasión futura porque seguro que está mejor con los años. Cuando lo va a catar está picado o es vinagre puro. Los vinos tienen una vida óptima y, el cómo pasen esa vida, será fundamental a la hora de catarlo. Nosotros hemos catado vinos de los considerados jóvenes, que se deben de beber en uno o dos años, y con 3 y 4 años estaban de maravilla. Por contra, hemos catado vinos crianzas, con una vida entre 5 y 7 años desde que son embotellados, que al cabo de 3 o 4 años que no se pueden beber.
Es fundamental el saber la vida que han tenido esos vinos desde que se han embotellado. Pero, por desgracia, eso es imposible de saber en muchas ocasiones.
Lo que nos debe de quedar claro es que un vino sin crianza, su óptimo está en uno o dos años desde que se embotella y que este abanico de años aumenta en función de la crianza que posea. Lo que también hacemos hincapié es que un vino crianza como el del ejemplo, no será lo mismo si se cata en 2015, en 2016 o más tarde. La edad del vino y como lo haya tratado la vida es muy importante, igual que a cualquier otro ser humano.
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