Eliyashiv Drori, el enólogo de Ariel que encabeza la investigación, remonta las uvas marawi, también llamada hamdani, y las jandali al año 220 d.C. con base en una referencia en el Talmud babilónico.
«Todas nuestras escrituras están llenas de vino y de uvas; antes de que los franceses siquiera pensaran en producir vino, nosotros estábamos exportando vino. Tenemos una identidad muy antigua y, para mí, reconstruir esta identidad es muy importante. Para mí, es una cuestión de orgullo nacional», dijo.
Para los vinicultores israelíes, la búsqueda de las antiguas variedades es una oportunidad de distinguir sus productos en un mercado mundial competitivo donde albergan poca esperanza de mejorar el chardonnay de Francia.
Pero Recanati no es el primero en vender vino de estas uvas. Cremisan, una pequeña bodega cerca de Belén donde los palestinos se asociaron con monjes italianos, están usando hamdani, jandali y otros frutos locales desde 2008. «Como es habitual en Israel, declaran que el falafel, la tehina, el tabouleh, el hummus y ahora las uvas jandali son un producto israelí», criticó Amer Kardosh, director de exportaciones de Cremisan. «Me gustaría informarle que estos tipos de uvas son totalmente uvas palestinas cultivadas en viñedos palestinos». Pero las granjas palestinas que vendieron las uvas a Recanati insisten en el anonimato por temor a reacciones negativas por trabajar con israelíes, o simplemente por ayudar a producir vino, lo cual generalmente está prohibido en el islam.
Recanati, por su parte, adoptó la herencia, usando el árabe en la etiqueta del marawi y contratando a un cantante árabe-israelí para que actuara en su lanzamiento en octubre ante 50 sommeliers seleccionados.
Se descubrieron en Israel – y en Cisjordania – presas de vino que datan de tiempos bíblicos. Pero la fabricación de vino fue prohibida después de que los musulmanes conquistaron Tierra Santa en el siglo VII.
Cuando el barón Edmond de Rothschild, primer sionista descendiente de la famosa bodega de Burdeos, ayudó a reiniciar la labor artesanal local en la década de 1880, compró el fruto en Francia.
Hoy, las 350 bodegas de Israel producen 65 millones de botellas al año. El Manischewitz dulce y pegajoso fue durante mucho tiempo eclipsado por el chardonnay, cabernet, merlot, syrah y carignan de alta calidad. Pero hay un límite para esas importaciones.
Por separado, los investigadores identificaron 70 variedades distintivas, usando ADN y un escáner tridimensional que nunca antes fue exitosamente empleado de esta manera, de semillas quemadas y secas encontradas en excavaciones arqueológicas. La idea es enlazar esas semillas antiguas con las uvas vivas o algún día quizá crear el fruto al estilo de «Jurassic Park».
Dada la dificultad para adquirir las uvas con granjeros palestinos, Recanati produjo solo 2.480 botellas del marawi 2014, que está disponible en sólo unos 10 restaurantes de Tel Aviv. La bodega tiene unas 4.000 botellas de marawi 2015 añejándose y espera pronto plantar su propio viñedo para ampliar y refinar la marca.
Fuente: cciu.org.uy
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